Lionel Messi, capitán de la selección de Argentina, levantó al cielo de Lusail su gran sueño, la Copa del Mundo, el gran anhelo con el que completa un palmarés imborrable e histórico.
Messi recogió así el testigo de los dos anteriores capitanes de la Albiceleste campeones del mundo, Daniel Passarella en 1978 y Diego Armando Maradona en 1986, y del francés Hugo Lloris, rival en esta final, ganador con Francia en Rusia 2018.
El trofeo, que presentó al estadio de Lusail antes del encuentro Iker Casillas, campeón con España en Sudáfrica 2010, lo introdujeron de nuevo en el césped tras la gran final los exfutbolistas argentinos Nery Pumpido y ‘Chencho’ Batista.
Primero recogió el premio al Balón de Oro al mejor jugador, momento en el que, ante el mundo, ante un estadio entregado, besó el trofeo de la Copa del Mundo que minutos después, enfundado en un ‘bisht’, capa símbolo de realeza, estilo y elegancia, elevaría al cielo una vez que toda las plantillas de los ‘bleus’ y de la Albiceleste recogiera sus correspondientes medallas.
Recibió el la copa de manos del emir Tamim bin Hamad al Thani y de Gianni Infantino, presidente de la FIFA, encargados de salir al escenario instalado en el césped par la entrega de premios junto al presidente francés, Emmanuel Macron, los presidentes de la Conmebol y de la UEFA, Alejandro Domínguez y Aleksander Ceferin, y los de las federaciones, Claudio Tapia y Noel Le Graet.